lunes, 21 de septiembre de 2009

MICROCUENTO / Lo publiqué en La Mancha # 6






SEDUCIDA EN SANTIAGO


Ahí estaba Rebeca, paralizada por la destreza de aquél pintor de la Plaza de Armas; pensaba que ella nunca tuvo gracia para trazar un rostro, menos un cuerpo.
Al mirar a su izquierda, le llamó la atención un cuadro, donde está retratado un mendigo; su rostro lo asoció al hombre que acaba de ver en la catedral. ¡Si!, el mismo, pintado tal cual, con sus harapos, su gorro sucio. Con su rostro curtido por el sol.
La melancolía, tan bien proyectada... ¿Cómo un pintor podía atrapar a ese hombre de tal forma?
Mientras, calor y smog, perfecta combinación para aquel paseo.



Filadelfia Moreno

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